¿Es sensato y razonable votar por el PAN? por Otto Granados Roldán
En el ejercicio de combinar las tareas académicas del análisis y el razonamiento de los hechos políticos y la simpatía (quizá militancia) por el PRI, el ex gobernador Otto Granados vuelve a poner en tela de juicio el desempeño de los gobiernos panistas en Aguascalientes.
Lo hace en su habitual columna que se publica en El Heraldo de Aguascalientes, espacio en el que califica a los panistas como acomplejados y resentidos, resalta los pleitos entre los grupúsculos blanquiazules y remarca el tobogán estadístico en que se desliza el estado desde que lo gobiernan los panistas.
De igual forma, Otto señala que los panistas nunca han podido integrarse en las élites locales, de lo que se puede deducir que siguen siendo políticos de segunda, indignos de codearse con la clase política que perdió el poder político y conservó el poder económico.
Otto usa los números para argumentar, algo que muy pocos panistas podrán hacer para rebatirle, pues el blanquiazul no goza entre sus filas de gente afecta a debatir con la pluma y la calculadora enla mano.
Enseguida, el texto de Granados Roldán:
Cuando hace doce años el PAN ganó por primera vez la alcaldía y una mayoría relativa del Congreso local, estuvo más o menos claro que era una decisión de la ciudadanía motivada por la crisis económica de 1994-95, los escándalos de la época y el cansancio con un régimen de larga duración. Los panistas eran entonces, en general, una cohorte de personas de clase media modesta, con escasa educación formal, poco exitosos profesionalmente, aldeanos, conservadores, notablemente acomplejados y muy resentidos con esa otra parte de la población que, en especial los priistas, simbolizaban el lado moderno y abierto de Aguascalientes. Aunque llevan doce años gobernando la ciudad capital y nueve el estado, el tejido psicológico de los panistas no ha cambiado gran cosa y esto es más que evidente cuando se observa la lista de quienes son hoy sus candidatos a diversos puestos de elección popular para los comicios del 5 de agosto: vulgares e ineptos.
Si bien es comprensible que la mayoría de nominaciones panistas responda al patrón descrito -con muy pocas excepciones--, también lo es que la ciudadanía razonablemente consciente trate de decidir su voto a partir de las variables con las que normalmente todos elegimos cualquier otra cosa -comprar, escoger una escuela para los hijos, hacer un viaje o adquirir un auto- de suerte tal que dicha preferencia empate con una cierta lógica, con una reflexión consciente, informada e inteligente de lo que más le conviene al estado y a la ciudad en la que viven las familias, los amigos y la gente que le importa al ciudadano. En pocas palabras: se supone que los ciudadanos de Aguascalientes, que presumen de ser de un nivel intelectual, social y personal un poco mayor que el de otras partes (a veces muy dudoso, ciertamente), deben configurar su voto a partir de informaciones razonadas y objetivas que los conduzcan al mejor camino.
En esa lógica, las preguntas fundamentales que todo votante debiera hacerse son dos: a) ¿Los gobiernos panistas la han hecho mejor que los del PRI?, y b) ¿Quiénes de los actuales candidatos pueden hacer un gobierno más competente y eficiente y una oposición más correcta en el Congreso del Estado de suerte que equilibre los excesos de las autoridades? Estos son los temas de fondo. Vayamos por partes.
¿Los gobiernos del PAN han sido mejores que los del PRI? Las evidencias estadísticas dicen que no y los ejemplos son abundantes, verificables y contundentes.
De acuerdo con los informes más recientes del ITESM, el INEGI y la SEP así como diversas encuestas, análisis y datos duros, las cosas se perciben francamente desastrosas:
En los últimos años Aguascalientes descendió notablemente en índice general de competitividad del lugar número 2 en 1999 al 9 en la actualidad.
En la "eficiencia de los negocios" se fue del 7 al 21
En "eficiencia gubernamental" descendió del 1 en 1999 al 3 en 2006
La economía de Aguascalientes creció apenas 2.9 por ciento en los seis años anteriores y está en el lugar número 13.
El ingreso per cápita tuvo un desempeño incluso más bajo: creció 0.95% anual y el estado quedó en el sitio 17
La inversión pública decreció a una tasa de 17.14% anual, lo que pone a Aguascalientes en el lugar 28.
En el gasto en obra pública por habitante quedó en el sitio 21.
En 2005 (último dato) la participación de Aguascalientes en la atracción de inversión extranjera era de apenas 0.43% en el total nacional y estaba en el # 17 por debajo de Nayarit, Jalisco, Guanajuato o SLP.
En el Indice de Corrupción y Buen Gobierno 2005, en cuyo equivalente de 1998 dicho estado se ubicaba en primer lugar como la entidad con mejores prácticas éticas; ahora se sitúa en el 8º lugar.
En productividad laboral Aguascalientes ocupó el lugar 22.
Mientras que en cada uno de 15 estados hay entre 100 y 447 establecimientos certificados con ISO 9000 por cada 100 mil habitantes, en Aguascalientes solo llegan a 91.
Mientras que en once estados hay entre 11 y 20 empresas registradas en el comercio exterior por cada mil empresas, en Aguascalientes son tan solo 8.
En 2006 Aguascalientes estaba en el lugar nacional 32, o sea: el último, en número de empresas creadas con inversión extranjera.
En tasa de escolaridad Aguascalientes anda en el décimo lugar nacional.
En tasa bruta de cobertura en preescolar ocupa el lugar 25 a nivel nacional y en secundaria el 16.
En las pruebas EXCALE los estudiantes de Aguascalientes se quedaron entre el 8º y 13º lugares en matemáticas y español.
En "calidad de vida" la ciudad de Aguascalientes bajó del primer lugar en 2001 al 4º en 2007.
En consumo de drogas ilegales, según la encuesta de la SEP y el Instituto Nacional de Psiquiatría, los estudiantes de bachillerato en Aguascalientes quedaron en primer lugar.
La segunda cuestión -los candidatos- es aun más alarmante. El PAN en Aguascalientes ha gobernado, por un lado, con niveles de incompetencia y de ineficiencia nunca antes vistos y, por otro, como una auténtica pandilla. Como la gran mayoría de quienes han estado en los cargos públicos en estos doce años, los panistas provenían de una corriente compuesta básicamente por gente que había mostrado poco lustre en sus actividades previas, propensos a concebir al gobierno y al Congreso como una fuente de recursos, es decir, un botín, que les permitiera restituir lo que la vida les había negado --reconocimiento social, dinero, influencia-- de tal manera que, en muy pocos años, pasaron del anonimato a la satrapía aunque con tan mala fortuna que, ello no obstante, jamás han pasado a formar parte de lo que podrían llamarse las élites locales. Dicho resentimiento, aunado a su propia inexperiencia y a su ignorancia, dio como resultado que lo que menos les importase fuera hacer gobiernos exitosos porque no era esta la función toral sino, simplemente, estar en los cargos y disfrutar del oropel respectivo. No es inapropiado decir, por ejemplo, que cuando ganaron por vez primera la alcaldía, en 1995, un panista histórico local afirmara que la intención de su partido era "robar, al menos, 71 años".
Y el otro problema central es que, como sucede con las mafias, el gobernar se ha entendido esencialmente como una disputa por el poder económico. Ello explica, por ejemplo, la encarnizada batalla orquestada por el primer gobernador panista; por su empleado, el actual alcalde de la capital, y por el candidato del PAN al municipio de Aguascalientes, en contra del gobernador o la lucha fratricida que desde el congreso ha sostenido estos años una parte de la bancada gobernante para tratar de humillar al que, teóricamente, es su jefe político, en demérito de la eficiencia del gobierno, del avance del estado y del sentido común.
Cuando se examina de cerca este mapa, la conclusión es obvia y única: no hay una sola razón sensata, inteligente o eficaz para votar por los candidatos del PAN. Con una o dos excepciones, la planilla está compuesta justamente con lo peor de los panistas, esto es, con aquellos que ni siquiera en los tiempos del PRI se habrían integrado en una propuesta medianamente aceptable.
Por tanto: ¿por quién votar? Lo veremos en una próxima colaboración.
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